Los hermosos días han llegado, la tristeza del invierno se ha ido y la tentación de abandonar nuestro bote de vitamina D en el fondo del armario puede ser grande. Aunque la exposición veraniega a los rayos solares sí contribuye a una mayor producción de vitamina D por parte del organismo, puede ser una buena idea tener a mano nuestro suplemento de vitamina D. Veamos por qué.
Deficiencia de vitamina D
Muchos problemas de salud están asociados a la deficiencia de vitamina D, tales como la osteoporosis, las enfermedades cardíacas, la depresión, el cáncer y la esclerosis múltiple, sin mencionar un mayor riesgo a síntomas graves de infecciones virales... Recuerde que la vitamina D es una gran aliada para apoyar función inmunitaria, además de ayudar al desarrollo y mantenimiento de huesos y dientes a través de una mayor absorción y uso del calcio y el fósforo.
Alimentación y vitamina D
En general, la alimentación por sí sola (especialmente con pescado graso, huevos, productos lácteos enriquecidos y vísceras) no es suficiente para cubrir nuestras necesidades de vitamina D, cuyo umbral es de 30 nmol/l del marcador sanguíneo 25-hidroxicolecalciferol. La deficiencia de vitamina D es cualquier valor por debajo de 50 nmol/l, y mientras los médicos tienen un valor de referencia "saludable" de más de 60 nmol/l, los médicos naturópatas buscan un valor óptimo cercano a 110 nmol/l.
El sol, fuente de vitamina D
La otra gran fuente de vitamina D no es otra que el sol. Cuando los rayos ultravioleta (UVB) del sol penetran en la piel expuesta, estimulan la conversión del 7-dehidrocolesterol (provitamina D3) en vitamina D3 (colecalciferol), que luego se metaboliza a su forma hormonal activa, el calcitriol.
Sin embargo, a pesar de que en España las condiciones climatológicas invitan a pensar que los niveles de vitamina D en sangre de la población deberían ser altos debido a la exposición al sol, esto no es así. Varios estudios han evidenciado que alrededor del 50% de la población tiene carencia de vitamina D, porcentaje que aumenta al 80% en personas mayores y al 62% en mujeres embarazadas.
Esta paradoja no solo se da en España, otros países de la cuenca mediterránea también tienen niveles semejantes o incluso inferiores a otros países del norte de Europa.
Hay factores limitan nuestra exposición al sol como los días nublados, las largas horas que pasamos en el interior o la ropa que cubre un área más o menos grande del cuerpo, el uso intensivo de protección solar, la edad (las personas mayores producen menos vitamina D), así como el color de la piel —la piel más oscura limita la absorción de los rayos UV— también son elementos limitantes a considerar.
En resumen, es difícil predecir si la exposición al sol del verano permite que el cuerpo produzca suficiente vitamina D. Dicho esto, pasar unos 30 minutos al sol en pantalones cortos y camiseta, sin protector solar, entre las 10 am y las 4 pm y al menos dos veces por semana sería suficiente para “recargar las baterías”. Sin embargo, demasiada exposición al sol sin protección puede aumentar el riesgo de cáncer de piel.
En cualquier caso, se puede obtener una ingesta adecuada de vitamina D combinando la ingesta de alimentos ricos en vitamina D, la exposición solar y una suplementación adecuada.