¿Sabías que la hipertensión es una de las principales causas de muerte prematura en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS)? Este dato puede resultar sorprendente, y aún más cuando consideramos que más de la mitad de las personas con hipertensión todavía no son conscientes de que tienen la presión arterial alta, ni están recibiendo tratamiento. Es por eso por lo que se le considera una “enemiga silenciosa”. En este artículo, exploraremos la importancia de conocer esta patología, cómo prevenirla, el impacto de la alimentación y el estilo de vida, así como las opciones naturales con las que contamos.
¿Qué es hipertensión?
Cuando la presión arterial en nuestros vasos sanguíneos es sostenidamente elevada, alcanzando niveles de 140/90 mmHg o superiores, según la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se diagnostica a la persona con hipertensión. Los valores pueden variar ligeramente de una persona a otra, especialmente si existen condiciones médicas subyacentes.
Es importante destacar que la presión arterial tiende a aumentar con la edad, lo que explica por qué la mayoría de las personas con hipertensión se encuentran en grupos de edad más avanzada. Sin embargo, en la actualidad, también observamos casos de hipertensión en personas jóvenes.
Aunque no se conocen causas exactas para el desarrollo de la hipertensión (excepto en casos relacionados con enfermedades renales o endocrinas específicas), sí identificamos factores de riesgo que aumentan la probabilidad de padecerla.
¿Qué síntomas tiene la hipertensión?
Como hemos dicho, puede ser una enemiga silenciosa, porque la mayoría de personas con hipertensión moderada no experimentan ningún síntoma y se suelen encontrar bien. Sin embargo, hay algunos síntomas que pueden indicar que se tiene la presión arterial alta:
- Dolor de cabeza intenso
- Zumbidos o ruidos en las orejas
- Hemorragias nasales
- Cansancio
- Confusión
- Dolor en el tórax
- Cambios en la vista
Riesgos de la hipertensión
Cuando una persona padece hipertensión, sus arterias pueden sufrir daños, lo que aumenta significativamente el riesgo de padecer un infarto o un accidente cerebrovascular, entre otras enfermedades relacionadas con el sistema circulatorio. La hipertensión se considera el factor de riesgo cardiovascular más relevante. Sin embargo, la buena noticia es que se puede detectar de manera sencilla y, una vez identificada, se puede tratar.
Diagnóstico de la hipertensión
Para diagnosticar la hipertensión, es necesario realizar múltiples mediciones a cargo de un profesional de la salud. La presión arterial puede elevarse temporalmente debido a esfuerzos físicos o estrés. Por lo tanto, para confirmar el diagnóstico de hipertensión arterial, los valores deben permanecer elevados de manera constante a lo largo del tiempo.
La medición de la presión arterial es una práctica común en la consulta médica o de enfermería, por lo que, al asistir a una visita, es posible determinar si nuestra presión arterial se encuentra en niveles adecuados.
Factores de riesgo para la hipertensión
Además de la edad, sabemos que hay otros factores que predisponen a tener una presión arterial alta. Son los siguientes:
- Fumar
- Sobrepeso
- Alimentación rica en sal y grasa
- Colesterol alto
- Consumo de alcohol habitual
- Estrés
- Sedentarismo
- Antecedentes familiares de hipertensión (en menor grado)
Como puede verse, el estilo de vida y los hábitos juegan un papel fundamental. La gestión del estrés es también un pilar importante, del que te hablamos en este artículo sobre estrés “bueno” y estrés “malo”.
Tratamiento de la hipertensión
Para controlar los niveles de presión arterial, es necesario realizar cambios en el estilo de vida. Estos cambios incluyen dejar de fumar, limitar el consumo de alcohol, adoptar una dieta saludable baja en sodio y mantener un estilo de vida activo. Estas medidas forman la base para el control de la hipertensión. En algunos casos, se puede recetar medicación, pero esta no reemplaza la importancia de realizar cambios en el estilo de vida.
Alimentación para prevenir o tratar la hipertensión
La alimentación es clave, ya que comer demasiada sal, grasas, colesterol y alcohol habitualmente aumentan las posibilidades de padecer hipertensión arterial.
Alimentación baja en sodio o sal
El mensaje principal que suele recibir es la importancia de reducir al máximo el consumo de sal o sodio, que es el mineral principal presente en la sal de mesa. En la práctica, esto implica no solo abstenerse de agregar sal a las comidas, sino también evitar alimentos que contengan niveles elevados de sal. Estos alimentos incluyen embutidos, carnes procesadas, quesos, conservas, aperitivos, ciertas salsas como la de soja, bebidas carbonatadas y, por supuesto, los alimentos ultra procesados.
Dieta mediterránea y dieta DASH para la hipertensión
Las dietas mediterránea y DASH han demostrado ser las más efectivas en la promoción de la salud cardiovascular.
La dieta mediterránea se basa en un alto consumo de vegetales (verduras, hortalizas y frutas), cereales integrales, legumbres, pescado, frutos secos y aceite de oliva como fuente principal de grasa. Este patrón alimentario tiene profundas raíces en la cultura y la gastronomía mediterránea, y se ha transmitido a lo largo de generaciones.
Por otro lado, la dieta DASH, cuyas siglas corresponden a Dietary Approaches to Stop Hypertension (Enfoques Dietéticos para Detener la Hipertensión), fue desarrollada en Estados Unidos en la década de 1990 específicamente para combatir la hipertensión. Aunque comparte similitudes con la dieta mediterránea, la DASH promueve el consumo de lácteos bajos en grasa y limita la ingesta de grasa.
Ambas dietas comparten características nutricionales clave, como ser ricas en fibra, potasio, calcio y magnesio, mientras mantienen bajos o moderados niveles de sodio. Además, el abundante consumo de vegetales en ambas dietas proporciona antioxidantes que promueven la salud cardiovascular.
Plantas y nutrientes para la hipertensión
Existen varias plantas y nutrientes que se han utilizado como remedio natural para controlar la tensión arterial. Algunos de ellos pueden incorporarse a la dieta o tomarse en forma de complementos alimenticios. Aquí te presentamos algunos ejemplos:
- Espino blanco: a diferencia de otras muchas plantas tradicionales, el espino blanco no fue introducido como remedio hasta principios del siglo XX. Ayuda a regular la función cardíaca y la circulación periférica.
- Ajo: el ajo, además de un alimento y condimento muy utilizado en la cocina, tiene propiedades para la salud cardiovascular. En concreto, para la microcirculación y el funcionamiento de los vasos sanguíneos.
- Muérdago: ayuda a la microcirculación, así como a controlar los niveles de colesterol y triglicéridos.
Estas tres plantas, junto a otras como la agripalma o el sauce blanco, forman parte de la fórmula Cardio Control, para el equilibrio de la salud cardiovascular y del sistema circulatorio.
- Olivo: de este árbol mediterráneo se utilizan también las hojas, y se puede encontrar como complemento alimenticio.
- DHA y EPA: los ácidos docosahexaenoico y eicosapentaenoico, del grupo de los omega 3, tienen efectos positivos para el mantenimiento de la presión arterial normal, siempre que se consuman 3 g en total combinados. Además de en el pescado azul, El DHA y el EPA puede encontrarse en complementos como Omega 3 perlas o EPA Omega 3.
- Potasio: el potasio es un mineral con funciones en cierta manera “opuestas” a las del sodio. En vez de retener agua, y aumentar la presión en consecuencia, tiene la función contraria. Se considera que el potasio contribuye a mantener unos niveles normales de presión arterial gracias a ese efecto. El consumo diario de vegetales (verduras, hortalizas, frutas…) aporta el potasio necesario.
La hipertensión puede prevenirse reduciendo los factores de riesgo, como el sobrepeso, la dieta poco saludable con exceso de sal, grasa y colesterol, el tabaquismo, el consumo de alcohol y el estilo de vida sedentario. Cuidar de tu salud a través de tus hábitos y decisiones diarias es la mejor medicina para mantener una presión arterial saludable.