A tenor de los datos que indican que el 42 % de los españoles padecen más de un factor de riesgo cardiovascular, se hace imprescindible adoptar medidas encaminadas a reducir los factores que influyen en el desarrollo de la enfermedad cardiovascular. Entre los factores que favorecen el proceso aterosclerótico se encuentran la obesidad, unos niveles elevados de colesterol, la hipertensión, unos hábitos de vida poco saludables como una dieta desequilibrada, fumar, abusar del alcohol, el sedentarismo así como el estrés y una mala gestión de las emociones. El corazón es un órgano muy agradecido que si se trata bien podemos prevenir el 80% de los casos de enfermedad cardiovascular.
La dieeta para el Corazón
- Nuestra alimentación diaria debe contener un mínimo de un 25% de verduras y frutas frescas, de temporada. Es preferible que las verduras se cocinen ligeramente para conservar las vitaminas y minerales contenidas en ellas. La oxidación está muy presente en el proceso de formación de la aterosclerosis por lo que el papel antioxidante de vitaminas y minerales contribuyen a prevenir la enfermedad cardiovascular. Las vitaminas del grupo B incluidas en muchas verduras de hoja verde son esenciales para el buen mantenimiento de la función cardiovascular.
- Elegir hidratos de carbono complejos, es decir, verduras que contengan hidratos de carbono como la zanahoria, la cebolla o la col, así como cereales integrales y legumbres. De ellos debemos obtener entre el 50 y el 70% de nuestra energía. Entre los cereales, la avena o la cebada destacan por su contenido en calcio, magnesio, y potasio, minerales importantes para el corazón. Además los cereales integrales, contienen un alto contenido en fibra, cuyo consumo está asociado al mantenimiento de unos niveles adecuados de colesterol. No se recomiendan los carbohidratos refinados presentes en las harinas blancas y en la bollería.
- Debemos disminuir el consumo de proteínas de origen animal y sustituirla por proteína de origen vegetal (tofu, seitán, o combinación de legumbre y cereal integral).
- Evitar las grasas saturadas (mantequilla, carnes rojas, grasas sobre todo las grasas animales) y los fritos.
- Incluir en la dieta ácidos grasos esenciales de la serie omega-3 a partir de los aceites vegetales como el de lino o el de nueces, semillas como las de lino o las de soja, los frutos secos y el pescado azul. En cuanto al pescado es recomendable optar por las especies pequeñas como la sardina, la caballa o la anchoa que son menos propensas a acumular metales pesados y otros contaminantes. Como principal fuente de grasa para cocinar puede utilizarse el aceite de oliva que es el más resistente a las altas temperaturas. Además es rico en ácido oleico, un acido graso monoinsaturado que ayuda a regular los niveles de colesterol.
- Eliminar de la dieta los alimentos procesados y las conservas ya que son alimentos desvitalizados y a menudo van acompañados de conservantes, potenciadores del sabor, colorantes, etc., que no favorecen, en absoluto, una dieta cardiosaludable.
- Sustituir la sal de la dieta por especias como el tomillo, el romero, el laurel...